Querido compañero y amigo:
Nos tenías tan mal acostumbrados
que ya te echamos de menos. Se hace extraño llegar a primera hora y no verte,
ni conocer las noticias más importantes de primera mano. Se hace el silencio en
la sala de ordenadores y ya, solo resuena la contundencia y claridad con la que
decías las cosas.
Has decidido marcharte en un
tiempo en el que nos haces mucha falta: el colegio que nos han forzado a
presentar poco se parece a aquel en el que te has dejado la piel durante veinte
años. Necesitamos sentido común, criterio y llamar a las cosas por su nombre.
Por eso, no vamos a invitarte a que vengas ahora. Esperaremos a que esta
hostilidad se desvanezca y todo sea más cercano, más como a ti te gustaba.
Queremos decirte que has dejado
una huella importante en nosotros y que tu paso por nuestro colegio no termina
ahora, nos acompañará para siempre. Vete tranquilo, ve a sembrar “otro campos”
y a cultivar esa humanidad que atesoras.
Queremos que al cerrar la puerta
que tanto tiempo abriste, te quedes con lo verdaderamente importante: la
sonrisa que pusiste en el corazón de tus alumnos y la libertad de pensamiento
que siempre le inculcaste.
Te deseamos lo mejor, tu
felicidad y tus logros, como siempre, serán los nuestros.
Un abrazo, amigo Eugenio.